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Medidas tributarias Post-Pandemia Covid-19



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El mundo se enfrenta a una crisis de salud incomparable. La prioridad debe ser salvar vidas y la experiencia de los países que comenzaron la batalla contra la propagación del virus antes que República Dominicana muestra que la única forma de combatirlo es a través del aislamiento social, realizar pruebas preventivas a la mayoría de la población, además una inversión masiva en insumos médicos y equipos de protección para los doctores, enfermeros y todo el personal que está en primera línea afrontando la batalla contra el coronavirus.


En cuanto a los efectos en la economía, específicamente para las empresas y el mantenimiento del trabajo, son desafiantes y la política fiscal desempeñará un papel decisivo para abordar las necesidades más inmediatas y enfocarse en los efectos a largo plazo.


Las medidas fiscales implementadas hasta la fecha han sido de bajo alcance, las cuales consisten en: 1) el aplazamiento del pago de Impuesto sobre la Renta hasta el 29 de mayo 2020, 2) un acuerdo de pago de tres cuotas mensuales iguales y consecutivas a todos los contribuyentes del Impuesto sobre Transferencias de Bienes Industrializados y Servicios (ITBIS) del periodo marzo 2020, 3) la suspensión temporal de aplicación ITBIS a materiales y equipos médicos. Aunque se valora las intenciones de la Dirección General de Impuestos Internos, esto resulta muy poco.


Lo que debe tener en cuenta es que después de unos meses pasará el estancamiento causado por el coronavirus y la actividad económica se producirá de forma natural. Con esto en mente, los gobernantes deben ser creativos en las propuestas para proteger la economía y la intención de este artículo es humildemente contribuir a las innumerables soluciones.


Para que las grandes empresas superen el momento difícil pero temporal, deberían ser suspendido por completo el pago del anticipo para este año 2020, la perdida de este impuesto generada en 2020 podría compensarse por completo a partir de marzo 2021. El beneficio estaría condicionado a que las empresas aumentarán el número de empleos formales y mantendrán el valor de los salarios en 2020.


Para las medianas y las pequeñas empresas, los beneficios anteriores serían de poca utilidad y el problema de efectivo es más inmediato. Por lo tanto, independientemente de la concesión de crédito que el Banco Central otorgara a diferentes instituciones financieras para mitigar los efectos económico negativos del covid-19, es necesario que el gobierno suspenda por lo que resta del año el pago de la tesorería de la seguridad social, esta simple medida garantiza que las pymes continúen operando y recuperen los beneficios dejados de percibir durante el tiempo que dure la pandemia.


Se pueden implementar otras medidas para reducir los impuestos y anticipar los beneficios para las empresas, siempre que estén condicionadas al mantenimiento de empleos y salarios o la contratación de empleados formales. Lógicamente, la pregunta que surge es cómo asumir el costo de tales medidas. La historia del siglo XX nos da la respuesta y la esperanza de que el coronavirus pueda ser para Republica Dominicana el camino hacia el desarrollo, el crecimiento y la justicia fiscal.


La historia nos enseñó que para Estados Unidos enfrentar la crisis económica causada por la Gran Depresión de 1930, aumentó considerablemente los impuestos sobre las familias más ricas. Aún en 1936, los ingresos del gobierno de los Estados Unidos provenientes del impuesto sobre las herencias aumentaron en más del 50% y el impuesto sigue siendo una de las principales fuentes de ingresos del gobierno actual. La tasa nominal máxima del impuesto sobre la renta aumentó al 75% y se mantuvo en el 91% desde 1954 hasta 1963. Más tarde retrocedió a niveles cercanos al 70% hasta la década de 1970, cuando, después de la crisis del petróleo, la ideología de la Escuela Neoliberal de Chicago se hizo cargo del funcionamiento de la economía estadounidense.


Europa, destruida después de la Segunda Guerra Mundial, también encontró en la progresividad fiscal la respuesta al crecimiento y al desarrollo. Y los países que se caracterizaron por la pobreza extrema se han convertido en ejemplos de sociedades que ofrecen al menos la dignidad básica para que los ciudadanos puedan vivir y prosperar.


República Dominicana sigue una lógica de impuestos que no tiene parámetros en los países desarrollados y capitalistas. Se cobra a una tasa extremadamente baja a las grandes riquezas que no son gravada en su justa dimensión y proporción.


Desde hace más de 12 años han surgidos nuevas riquezas en el país, que una vez implementada la ley 46-20 sobre Transparencia y Revalorización Patrimonial se podrán conocer la magnitud de estas riquezas, las cuales como medida para mitigar los efectos económicos del coronavirus podrían ser gravadas inmediatamente iniciando el año 2021, lo cual no causara ningún impacto negativo en la economía y el mantenimiento de los trabajos. No es necesario establecer tasas similares a las impuestas por los Estados Unidos después de la Gran Depresión, pero es urgente hacer un llamado a aquellos que tienen riqueza para contribuir de manera justa a la Republica Dominicana, especialmente en un momento de crisis aguda. Y lo que se propone aquí es simplemente igualar el sistema nacional con los adoptados por los países que la mayoría de la clase empresarial admira.


No somos los Estados Unidos de 2020 ni la Europa del 2020. El coronavirus quizás nos transformará en Estados Unidos de 1930 y en Europa de 1945. Haremos que las lecciones del pasado nos hagan evitar las pérdidas y los desafíos del futuro. El gobierno actual o el próximo deberá guiar el país con valentía para entender que en materia económica el mundo ya no será igual después de la pandemia.


A primera vista, quizás parece injusto que solo se le exija el sacrificio a las personas que tienen grandes riquezas acumulada para que contribuyan más al pago de impuestos, pero en ellos está la obligación precisamente de preservar las empresas, sus negocios, sus empleados y el entorno económico del país. Y así tener que evitar una molesta e inoportuna reforma fiscal que afecte a todos los dominicanos y dominicanas, lo cual generaría desasosiego en tiempos de crisis y caos social.

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